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Lo conocí a principios de la década de los ochenta. Le llamaban “El nieto de Mao”. Iba por las facultades universitarias lanzando proclamas incendiarias para salir de la crisis del petróleo, como éstas:
“Los grandes banqueros se repartirán por los talleres estatales de reparación de automóviles, y se habituarán a vestir el mono azul de trabajo, y a las continuas manchas de grasas en sus manos. Los promotores inmobiliarios y grandes constructores serán reeducados como peones de obra. Conocerán en sus carnes el vértigo que se siente trabajando en un andamio a 40 metros de altura, y lo que es pasar el día alimentándose con el bocadillo de la mañana y un sobrio almuerzo, sentados en la acera con el resto de la cuadrilla. Los magnates de los hipermercados y supermercados, una vez nacionalizados, trabajarán de vendedores ambulantes en los mercadillos. Y aprenderán a distinguir valor y precio.
Los catedráticos que viven del nombre y del cuento serán enviados a escuelas infantiles, y volverán a ser sencillos y humildes enseñando a leer y escribir a los niños.
Los antiguos jefes de gobierno, ministros y ex diputados perderán sus rentas vitalicias. Pero se les colocará como empleados de las Residencias de Ancianos, para que se ilustren y nunca olviden como pasan sus últimos años el común de los mortales.
Los reyes y su familia, nadie mejor que ellos, trabajarán vendiendo los tickets y sirviendo de guías en las visitas turísticas a los Palacios Reales.”
“Los grandes banqueros se repartirán por los talleres estatales de reparación de automóviles, y se habituarán a vestir el mono azul de trabajo, y a las continuas manchas de grasas en sus manos. Los promotores inmobiliarios y grandes constructores serán reeducados como peones de obra. Conocerán en sus carnes el vértigo que se siente trabajando en un andamio a 40 metros de altura, y lo que es pasar el día alimentándose con el bocadillo de la mañana y un sobrio almuerzo, sentados en la acera con el resto de la cuadrilla. Los magnates de los hipermercados y supermercados, una vez nacionalizados, trabajarán de vendedores ambulantes en los mercadillos. Y aprenderán a distinguir valor y precio.
Los catedráticos que viven del nombre y del cuento serán enviados a escuelas infantiles, y volverán a ser sencillos y humildes enseñando a leer y escribir a los niños.
Los antiguos jefes de gobierno, ministros y ex diputados perderán sus rentas vitalicias. Pero se les colocará como empleados de las Residencias de Ancianos, para que se ilustren y nunca olviden como pasan sus últimos años el común de los mortales.
Los reyes y su familia, nadie mejor que ellos, trabajarán vendiendo los tickets y sirviendo de guías en las visitas turísticas a los Palacios Reales.”
© Carlos Parejo Delgado
1 comentario:
jeje ...éste es el más "inverosímil" de tus "verosímiles" relatos leídos hasta ahora
...Antes entrará ¿cómo era aquello? el elefante por el ojo de una aguja?
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