miércoles, 30 de noviembre de 2011
Alma huera
estás metida en mí –siempre presente-
lo mismo que el silencio en esas viejas
y lóbregas casonas solariegas
legadas en herencia al olvido y las ruinas
tu esencia –eclipse y polvo- es pura ausencia
nevero sepulcral donde una sombra
sin aire ocupa eterna los marchitos
caminos de la luz que transitara
buscando mar y viento viento y árbol
–vestigios de un planeta agonizante-
desde el vientre sin hálito de una estrella postrera
de cuando en cuando aún cruje en mis entrañas
–efecto visceral de la carcoma-
la escuálida columna en que se apoya
precaria en la penumbra a duras penas
la terca arquitectura de mis sueños
es el poema insólito conjuro
vestido de elegía
que exhorta a la estantigua de las horas
exánimes que lúgubres deambulan
sumidas en la herrumbre de lo eterno
a alzarse nuevamente aliento y carne
efímero fulgor trueno y relámpago
pero un tupido y sólido sudario
de niebla funeraria y malas hierbas
enclaustra y amordaza los periplos
del salmo invocatorio y sus razones
y ya desde la luz no se vislumbra
siquiera esa proclama que a la entrada
de aquel vergel de ayer hoy cementerio
anuncia la espantosa maldición
que ahogó carente de eco a la esperanza
“CERRADO
POR DESAHUCIO”
martes, 29 de noviembre de 2011
Presentación de "Entre la cal y el tiempo", de Rosa García Barja
lunes, 28 de noviembre de 2011
Brindis terminal
Relatos verosímiles (18) (Carlos Parejo)
Más que crisis financiera parecía, por un lado, una peste negra medieval. Se hablaba continuamente de riesgo de contagio de un país a otro y de medidas higiénicas irrenunciables. Éstas, en lugar de afectar a todos los cuerpos, lo hacían exclusivamente al bolsillo de la gente humilde, a sus salarios y pensiones. Por otro, parecía que el corazón de algunos países, e incluso el de la economía europea occidental, se iba a parar de un infarto. Los gobernantes sólo hablaban de medidas drásticas de choque y reanimación de los latidos de dicha economía, y acudían apresurados a reuniones urgentísimas. Muchos días no estaban ni para atender a sus gobernados. Desayunaban y cenaban a bordo de sus aviones presidenciales, torturados por el diálogo farragoso y compresible a duras penas de sus asesores económicos, y tenían tensos almuerzos de trabajo en Bruselas o Berlín.
El bombardeo de noticias escalofriantes en prensa, radio y televisión duraba ya tres años. Y el contagio esperado se había producido. ¡Cuánta gente a su alrededor había dejado de invitar y vigilaba hasta el mínimo euro a gastar como el avaro de Moliere¡ ¡Cuántas personas se levantaban de buen o mal humor según lo hiciera la prima de riesgo en los mercados¡ ¡Cuántos militantes sindicales bajaban resignadamente la cabeza ante el cierre diario de una nueva empresa, como si mediante una orden automática, aprendida esos años por su cerebro, lo estimaran inevitable¡
domingo, 27 de noviembre de 2011
Tribulaciones de una crisálida (XI)
viernes, 25 de noviembre de 2011
Seguidilla (XXXIX)
Látex
martes, 22 de noviembre de 2011
Paco
lunes, 21 de noviembre de 2011
Tribulaciones de una crisálida (X)
El trigo de la tarde alzó sus alas, desgarrando la piel de
Relatos verosímiles (17): Biografía paterna (Carlos Parejo)
Entonces lo puso a trabajar de repartidor de correspondencia en la sucursal bancaria del barrio. Le pasaba revista a la salida y vuelta al cuartel-hogar. Debía estar perfectamente afeitado, peinadito con la raya muy recta, la corbata bien atada y hecha, y los dientes y las uñas limpios y brillantes como el coral de Australia. Además, no le dolían prendas en castigarlo - sin salir el fin de semana-, si no le entregaba hasta el último céntimo de su paga, se equivocaba en alguna dirección o perdía una carta. Al cumplir la mayoría de edad se casó rápidamente y emigró al sur. Cinco hijos. Un millón de kilómetros en coche viajando como comercial de tejidos por toda la piel de toro. Y como si todo lo hubiera soñado, se jubiló.
Su misérrima pensión lo hizo dependiente de su hija mayor. Y, sin comerlo ni beberlo, a los ochenta años vio resucitar los miedos de su infancia. Todas las mañanas debía pasar revista de sus perfectas condiciones de higiene y limpieza, y tomarse los seis medicamentos diarios recetados por el médico de cabecera, antes de que ella se marchara a trabajar. Y, por las tardes, debía comer deprisa y permanecer callado mientras su primogénita veía la telenovela y corregía exámenes de alumnos. A las siete lo sacaba a pasear. Todos los días daban una vuelta rutinaria por las calles peatonales del barrio. Lo hacía sentar en el mismo banco mientras ella charlaba con las amigas. A las diez debía estar cenado y acostado. Tenía tajantemente prohibido salir sólo de casa y, mucho menos, conducir el vehículo aburridamente aparcado en la puerta del bloque.
domingo, 20 de noviembre de 2011
Seguidilla (XXXVIII)
sábado, 19 de noviembre de 2011
Humor negro para un chiste malo
qué triste aquella pérdida el momento
de aquel adiós pactado aunque el anhelo
dictase ala con ala alzar el vuelo
eternamente unidos en el viento
qué pena desde entonces qué tormento
saber ya inalcanzable tu alto cielo
a mi hambre de gusano en el subsuelo
con heces nada más por alimento
es cierto que lo poco que vivimos
de aquel amor inmenso sin amarnos
dejó aire en los rescoldos que encendimos
y un tiempo hubo en que ansiamos reencontrarnos
pero se ahogaron pronto y nos hicimos
expertos en el arte de evitarnos
y aquello que nos dimos
por siempre helado ya quedó sin brío
y el arte fue en verdad morir de frío
Tertulia Ánima: Convocatoria 23 de noviembre: "Historia y Memoria de la represión franquista"
Os esperamos.
Fosa común
A Martina Barroso García, Blanca Brisac Vázquez, Pilar Bueno Ibáñez, Julia Conesa Conesa, Adelina García Casillas, Elena Gil Olaya, Virtudes González García, Ana López Gallego, Joaquina López Laffite, Dionisia Manzanero Salas, Victoria Muñoz García, Luisa Rodríguez de la Fuente y a todas las mujeres que, como ellas, fueron asesinadas y condenadas al olvido por la ignominiosa y criminal dictadura franquista; in memoriam.
“Que mi nombre no se borre de la historia.”
Julia Conesa
Sin nombre ni apellidos
Marchitas de ignominia
Igual que trece rosas
Las ruinas de un jardín
Donde aún miles de flores
Esperan renacer
A un nuevo abril que exhume
La luz de la memoria.
viernes, 18 de noviembre de 2011
Casi una vida
“Ave de paso, fugaz viajera desconocida:
fue sólo un sueño, sólo un capricho, sólo un acaso;
duró un instante, de los que llenan toda una vida.”
José Santos Chocano
Contigo un breve instante frente a frente
es tan reconfortante, amiga mía,
que alcanzo hasta a olvidar la lejanía
que, abismo, entre tú y yo, se abrió sin puente.
Un lapso que, aunque siempre insuficiente,
transmuda toda angustia en alegría,
la más turbia penumbra en claro día,
y mi árido desierto húmeda fuente.
Cómo no darle gracias a la vida,
por tanto, por la luz de tu sonrisa,
tus ojos musicales, por la brisa
que a mi hálito es tu verbo; a ti, querida,
cómo por esos lapsos de honda suerte,
no estarte agradecido hasta la muerte.
jueves, 17 de noviembre de 2011
Seguidilla (XXXVII)
La mazmorra (XXIII)
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Sed de azogue
martes, 15 de noviembre de 2011
Seguidilla (XXXVI)
Seguidilla (XXXV)
lunes, 14 de noviembre de 2011
La tempestad
enciende un fuego náufrago en la arena
soñando con un barco que vislumbre
el ruego mortecino de su lumbre
y venga hasta la orilla cual sirena
alada a rescatarlo de la pena
antes de que el dolor se haga costumbre
mudando aliento en cenicienta herrumbre
por siempre junto al mar que lo enajena
pero la tempestad creciendo apaga
la tenue llama que arde en la bonanza
y aleada a espuma y sal fiera encenaga
los últimos rescoldos sin tardanza
e irrumpe en sus ensueños como daga
talando en su ulular toda esperanza
Relatos verosímiles (16) (Carlos Parejo)
“Los grandes banqueros se repartirán por los talleres estatales de reparación de automóviles, y se habituarán a vestir el mono azul de trabajo, y a las continuas manchas de grasas en sus manos. Los promotores inmobiliarios y grandes constructores serán reeducados como peones de obra. Conocerán en sus carnes el vértigo que se siente trabajando en un andamio a 40 metros de altura, y lo que es pasar el día alimentándose con el bocadillo de la mañana y un sobrio almuerzo, sentados en la acera con el resto de la cuadrilla. Los magnates de los hipermercados y supermercados, una vez nacionalizados, trabajarán de vendedores ambulantes en los mercadillos. Y aprenderán a distinguir valor y precio.
Los catedráticos que viven del nombre y del cuento serán enviados a escuelas infantiles, y volverán a ser sencillos y humildes enseñando a leer y escribir a los niños.
Los antiguos jefes de gobierno, ministros y ex diputados perderán sus rentas vitalicias. Pero se les colocará como empleados de las Residencias de Ancianos, para que se ilustren y nunca olviden como pasan sus últimos años el común de los mortales.
Los reyes y su familia, nadie mejor que ellos, trabajarán vendiendo los tickets y sirviendo de guías en las visitas turísticas a los Palacios Reales.”
domingo, 13 de noviembre de 2011
sábado, 12 de noviembre de 2011
A modo de poética
viernes, 11 de noviembre de 2011
El efecto langosta
jueves, 10 de noviembre de 2011
Nocturno terminal
en las garras de la aurora
se agita agónico un sueño
ahogado por un olvido
enquistado en su desvelo
no te mueras negra noche
–suplica en su desaliento-
que en tu sombra está la llama
que da luz a mis recuerdos
protégeme en tu regazo
de este sol verdugo fiero
que da muerte a las estrellas
y me ciega con su fuego
¡respira noche respira!
¡no te mueras te lo ruego!
(pero el sol ya va ataviado
con sed de sepulturero)
miércoles, 9 de noviembre de 2011
Seguidilla (XXXIV)
Soneto irreverente y políticamente incorrecto
que dios no ha despertado aún de la siesta
aquella que se echó al fin de su obra
¿podemos dar por cierto que de sobra
la ruina en que hoy quedó lo manifiesta?
¿o acaso a un dios ajena es toda esta
dantesca pertinaz y honda zozobra
el fruto de la artera maniobra
de los que el pez arriman a su cesta
en tanto es torpe el pueblo el que dormita
turbado por el canto de sirenas
de púlpitos y estrados do las hienas
destilan el narcótico que evita
que al mástil se ate heroico? ¡a tumba abierta!
ya lucha por tu pan ¡pueblo despierta!
martes, 8 de noviembre de 2011
Sonetillo electoral
lunes, 7 de noviembre de 2011
Tribulaciones de una crisálida (VII)
Relatos verosímiles (15) (Carlos Parejo)
Abre la puerta de su doceavo piso y pulsa un botón. A su planta acude el coche eléctrico aparcado en vertical en lo que antes fue escalera de incendios. Se monta y sale a pasear por la ciudad. Al mediodía hay una silenciosa confrontación, por transitar en las calzadas de las calles más animadas, entre viandantes, bicicletas y coches eléctricos. Sólo quedan exentos aquellos ciudadanos que, por problemas de movilidad, usan las protegidas cintas rodantes que cubren las antiguas aceras o se suben a los tranvías aéreos.
Todo el mundo mira, más o menos cada minuto, el GPS que le procura orientación, incorporado al aparato que llevan en su muñeca. El que les sirve también de cajero automático, reloj, ordenador audiovisual y teléfono móvil. Él lo hace también para constatar que su vehículo se está quedando sin batería. Y lo cambia por otro en un punto de recarga o antigua gasolinera, con el que llega a su destino.
Se sienta en la terraza de un céntrico restaurante a contemplar la escena urbana. Un robot le trae la consumición. A su alrededor hay un silencio casi sepulcral. Casi todos los parroquianos escuchan melodías musicales o noticias de actualidad y deportivas a través los cascos colocados en sus oídos, o se distraen observando las pantallas televisivas que ocupan la frontera aérea de la terraza.
domingo, 6 de noviembre de 2011
Tribulaciones de una crisálida (VI)
Tribulaciones de una crisálida (V)
sábado, 5 de noviembre de 2011
Tribulaciones de una crisálida (IV)
Tribulaciones de una crisálida (III)
viernes, 4 de noviembre de 2011
Tribulaciones de una crisálida (II)
Tribulaciones de una crisálida (I)
Apoliticismo
jueves, 3 de noviembre de 2011
miércoles, 2 de noviembre de 2011
¿Será porque diluvia...
¿será porque diluvia que recuerdo
temblando inerme aquel otro aguacero
del día en que tajante como acero
me dijo si te he visto no me acuerdo?
¿por este agrio turbión por lo que pierdo
los nervios y gruñendo lastimero
le ruego a satanás con desespero
que raudo me desangre igual que a un cerdo?
¿será por qué será por qué hasta cuándo
traerá la lluvia hostil como miasma
erguido en su ancha grupa este fantasma
que ahogándome enfermándome golpeando
sin tregua en su enconado gota a gota
tortura sin piedad mi entraña rota?