No, no fueron los búhos de la noche,
Voraces carniceros sin mirada,
Ni los trinos audaces y asesinos
De oscuras sierpes sin habla.
Tampoco fue el crepitar
De ardientes cascabeles, con estrépito,
Anunciando el infértil bebedizo
De noches idas sin sueños,
No. Ni insomnio ni espina
Ni aullido ni daga, no,
Es haber llegado tarde
A un tiempo en ninguna parte.
Aquí lo grillos ululan al sol
Del mediodía, inaudibles,
Con los párpados cortados
Y los muñones sumidos
En charcos de polvo y sangre.
Todo es negro. El sol
Negro, mis manos
Negras, negro el hueco de las alas
Que emigraron del celeste
Confundiéndose en el malva.
Es éste un territorio
Inhóspito, sin fe, iconoclasta
Donde en lúgubre ironía
Los buitres cantan, y
Rebaños de corderos degollados
Buscan con ansia el redil
Que encarcelaba sus auras
-Hoy vuelo abismo negruzco
De cabeza descarnada-.
Aquí no existe la aurora
Ni el ocaso, sólo sombras.
No, no fueron los búhos de la noche
Fue la lila y la esperanza.
2 comentarios:
Muy oscuro y duro, como la vida en las viejas minas.
Siempre me gusta como usas los colores en tus poemas.
Un abrazo y disfruta de esas bellas playas onubenses.
hay momentos oscuros en la vida que todo se negro y en sombras
gracias por tus saludos
que estes muy bien y besitos
besos y sueños
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