jueves, 9 de agosto de 2007

Caos

No, no fueron los búhos de la noche,

Voraces carniceros sin mirada,

Ni los trinos audaces y asesinos

De oscuras sierpes sin habla.


Tampoco fue el crepitar

De ardientes cascabeles, con estrépito,

Anunciando el infértil bebedizo

De noches idas sin sueños,


No. Ni insomnio ni espina

Ni aullido ni daga, no,

Es haber llegado tarde

A un tiempo en ninguna parte.


Aquí lo grillos ululan al sol

Del mediodía, inaudibles,

Con los párpados cortados

Y los muñones sumidos

En charcos de polvo y sangre.


Todo es negro. El sol

Negro, mis manos

Negras, negro el hueco de las alas

Que emigraron del celeste

Confundiéndose en el malva.


Es éste un territorio

Inhóspito, sin fe, iconoclasta

Donde en lúgubre ironía

Los buitres cantan, y


Rebaños de corderos degollados

Buscan con ansia el redil

Que encarcelaba sus auras

-Hoy vuelo abismo negruzco

De cabeza descarnada-.


Aquí no existe la aurora

Ni el ocaso, sólo sombras.

No, no fueron los búhos de la noche

Fue la lila y la esperanza.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy oscuro y duro, como la vida en las viejas minas.
Siempre me gusta como usas los colores en tus poemas.
Un abrazo y disfruta de esas bellas playas onubenses.

Anónimo dijo...

hay momentos oscuros en la vida que todo se negro y en sombras
gracias por tus saludos
que estes muy bien y besitos


besos y sueños