Prescindir, en ocasiones, de la economía del lenguaje resulta necesario para evitar ser complices de la barbarie a través de la adulteración y manipulación, mediante su simplificación, de los conceptos.
Así, ¿por qué los llamamos francotiradores cuando deberíamos decir cobardes, nauseabundas y sanguinarias alimañas asesinas, provistas de armas de fuego ligeras de largo alcance con mira telescópica?
Me cago en todos y cada uno de los diabólicos hijos de la gran Sion y en sus falsos dioses y profetas.
Así, ¿por qué los llamamos francotiradores cuando deberíamos decir cobardes, nauseabundas y sanguinarias alimañas asesinas, provistas de armas de fuego ligeras de largo alcance con mira telescópica?
Me cago en todos y cada uno de los diabólicos hijos de la gran Sion y en sus falsos dioses y profetas.
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