Uno de los más graves problemas ecológicos que afectan a este emputecido mundo es el despoblamiento rural. Y junto al mismo, la otra cara de esa misma e inválida moneda: el amontonamiento de seres humanos, como si de animales muertos se tratase, en mosntruosas ciudades de mierda.
Uno de los más graves problemas ecológicos que afectan a este emputecido país es el despoblamiento rural... Tanto es así que hace décadas, una de las prioridades más acuciantes de nuestros poderes públicos debería haber sido ponerle freno y tratar de revertirlo. Pero en España, el poder legislativo anda más que nada de su corazón podrido a sus asuntos y, junto con el ejecutivo, no piensa en otra cosa que no sea el sexo duro: chuparle con fruición la polla sifilítica al IBEX 35 y otras mafias. Entre tanto, el inquisitorial, que no quiere dejar de participar en la orgía, se afana en exonerar a mafiosos y delincuentes de altos vuelos, y en enchironar a disidentes y gente de bien por haber tratado de suplir la ya proverbial desidia administrativa de la que adolece este país de todos los demonios. Y, sin rastro de rubor alguno en sus rostros de cemento armado, nuestros sesudos magistrados patrios le meten un paquete de más de seis años a un grupo de personas por el imperdonable pecado de, recuperando un pueblo abandonado, haber venido a demostrar que se pueden solucionar problemas, que otro mundo mucho mejor es posible, sin necesidad de la intervención de los poderes bastardos del Estado.
Lástima que el pueblo se halle permanentemente ajeno a estas cuestiones, entretenido con el aúpa selección que tanto nos hace sentirnos orgullosos de ser españoles.
Aún así, todavía otro mundo es posible. Sólo que, para alcanzarlo, habríamos de comenzar por demoler todos y cada uno de los estadios de fútbol, para continuar por los lujosos clubes de alterne donde tienen sus enmoquetados despachos nuestros prostituidos políticos y magistrados.
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