Una vez recorrido el acantilado del Asperillo y pasando de largo por las playas de la urbanización de Matalascañas, nos encontramos a la orilla del Océano Atlántico un conjunto de blancas y solitarias playas y las dunas móviles de su entorno. Bajo la denominación “Playa de Castilla” el rey Alfonso X puso nombre en el siglo 13 a esta orilla del mar entre Huelva y Sanlúcar de Barrameda.
Playas y arenales; enebros; trenes de dunas y corrales de pinos conforman aquí un mosaico de paisajes naturales único en Andalucía, donde asistimos a ese continuo enfrentamiento de fuerzas vivas de todo espacio natural.
Estas playas tuvieron entonces un uso muy diferente al actual; un uso defensivo-militar (contra posibles invasiones e incursiones de la piratería berberisca) y un uso productivo. El Diccionario Madoz (año 1845) nos habla de que: “sólo se encuentran pequeñas chozas de ganaderos y otras torres equidistantes donde habitan los guardacostas que vigilan el contrabando y fueron construidas en la Edad Media para luchar contra la piratería, la mayoría están destruídas(…) En algunas temporadas vienen aquí grandes artes de pesca como la jábega, sedales y almadrabas para ocuparse en la sardina, el bonito y los atunes(…)”.
Ciñéndonos a su paisaje contemporáneo, aquí se encuentra la superficie más continua y extensa de playas vírgenes de Andalucía: Cincuenta kilómetros de playas de arena blanca y aguas cristalinas, donde algunos atardeceres es posible contemplar ciervos y jabalíes que bajan desde Doñana a la orilla…
De hecho, estas playas conservan aún su vegetación y fauna natural, a diferencia de las playas colonizadas por el turismo. Resultan especialmente atractivas de visitar en la primavera; la estación del año cuando florece el matorral típico de las orillas playeras como el pajizo barrón y surgen las inflorescencias rosas o violetas de las camarinas, el cardo de mar o la clavellina…
También podemos avistar aquí especies de fauna singulares como varios tipos de gaviotas y los halcones que nidifican en el interior de los antiguos torreones de vigilancia de la costa.
La Junta de Andalucía ha declarado a la playa de Castilla como “Paisaje de Interés Cultural (año 2010) y está previsto que amplíen su protección ambiental a la zona marina. Esta última tiene un doble interés: su vegetación natural (praderas de posidonias) y el tesoro arqueológico de los pecios que naufragaron en sus aguas entre los siglos XVI y XX.
(¢) Carlos Parejo Delgado.
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