La playa es tan virgen y natural que hay aguas que aún discurren de las tierras próximas a la orilla del acantilado, en forma de manantiales denominados chorritos, con una orla de vegetación mucho más rica y propia de zonas húmedas como juncos y la zarzaparrilla.
“El mundo animal, de su parte, pinta la arenisca con miles de huellas y tiene en la orilla un vivero de restos de peces, moluscos, crustáceos y cetáceos. Todo es playa virgen, tierra inexplorada y agua infinita. Un verdadero paraíso natural en la Costa de la Luz. Lejos de la civilización. Y, a un tiempo, a minutos de zonas turísticas con variada oferta gastronómica, hotelera, náutica y deportiva.”: BAQUERO, JUAN MIGUEL. Cuesta Manelli, la belleza de la arena blanca. Pasaporte Andalucía. Revista El Diario.es, 3 de noviembre de 2014.
Un tercer elemento diferencial es su biodiversidad. Las dunas, estabilizadas en su mayor parte, acogen una cada vez más frondosa vegetación de pinos piñoneros, jaguarzos, romeros y cantuesos. A la arena se aferran especies vegetales como clavellinas, alhelíes de mar, cardos de mar, barrones y camarinas, que sólo subsisten en playas vírgenes del Caribe.
Y si pasamos aquí una noche, silenciosos y ocultos, podemos ver animales salvajes como la tortuga mora, la víbora hocicuda, el lince ibérico o el meloncillo, cuyas huellas apreciables a simple vista, emocionan a muchos.
Se ha realizado una sabia distribución de la playa entre el sector nudista y el sector destinado a las familias convencionales. En medio, como lugar de paz y convivencia, un chiringuito de madera que ofrece gazpacho frío, chocos y sardinas asadas. Y si nos damos un largo paseo, nos podemos encontrar realmente solos en medio de la naturaleza, con la única compañía del sonido del mar. Incluso en pleno mes de julio. ¿Paraíso?”
(¢) Carlos Parejo Delgado.