sábado, 10 de enero de 2015

Credo

No hay dios. Pero en su nombre
—en sus diversos nombres
de aquí y de allá—, los íncubos
y súcubos más fieros,
inicuos y espantosos,
fornican en altares,
alzados en las cloacas
con el miedo y la sangre
de inocentes, pariendo
como ratas el mal.

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