Ayer tarde coincidí en la terraza de un bar con un viejo conocido, militante del PSOE, y estuvimos tomando unas cervezas. La velada se iba desarrollando en un tono cordial hasta que la conversación comenzó a discurrir por el territorio minado de lo político.
—Nosotros, los socialistas... —dijo.
—¿Socialistas? Me gustaría saber que entiendes por socialismo —interrumpí.
—Hombre, Rafael, socialismo es socialismo, no creo que haya mucho más que explicar.
—Pues no sé. Yo entiendo el socialismo como una filosofía y práctica políticas en correspondencia con las enseñanzas de Marx y Engels. Y lo cierto es que, hoy día, eso en el PSOE...
—¡MARX Y ENGELS! ¡JA! Eso está ya desfasado, más que superado. En mi partido practicamos un socialismo moderno, acorde con los tiempos que corren y libre de las pesadas rémoras del pasado —interrumpió, visiblemente alterado.
—Eufemismos —respondí—. Y lo cierto es que detrás de tanto eufemismo, tanta perífrasis, tanta oratoria hueca como practican los dirigentes de tu partido, lo que se oculta es una pusilánime e interesada vocación de mamporrero. Los más obscenos mamporreros del capitalismo salvaje y que le den al pueblo y los trabajadores —ampliando el famoso exabrupto de la Fabra.
Se levantó bruscamente y se marchó mascullando improperios. Y dejando para mí toda la roncha. Esta mañana me he percatado de que me ha eliminado del feisbu.