lunes, 30 de abril de 2012

Relatos verosímiles (36): Perfiles de mi calle (y III) (Carlos Parejo)


Mediodía de verano. Sol cegador. Los transeúntes buscan la delgada línea de sombra como si fuera un oasis. Incluso, lo hacen las dos locas ancianas, muy pequeñitas y zarrapastrosas, que siempre van mascullando airadamente frases ininteligibles de las malquerencias que sufrieron en su juventud. A su lado, el viejito que se dedica a la caza de tesoros en los contenedores es un angelito. Tiene mirada blanda, como de carne de membrillo, camina despacio y habla muy quedo. También es delicioso el cincuentón con retraso mental. Nadie hay tan alegre como él recogiendo del colegio a su sobrina pequeña. Va tan estirado y atento a cualquier contingencia que ocurra como el guardaespaldas de un Presidente. Más jaleo arman los dos perritos –Calígula y Nerón- de la abuelita que vive sola. Quizás les puso nombres de malvados y terribles emperadores romanos para vengarse de sus dos hijos que marcharon fuera. Todo lo contrario que la viudita negra. Sus hijos siguen viviendo con ella, pero son muy descuidados con la vestimenta. Nada que ver con sus perritas. Van tan limpias y escamondadas, y se peinan con tan coquetos rizos, que si fueran a tomar el té y las pastas al Palacio de Buckingham – para alternar con la camada canina de la reina de Inglaterra- , no desafinarían. 

© Carlos Parejo Delgado

3 comentarios:

Vivian dijo...

No hay nada tan placentero como sentarse en un café y ver pasar “al barrio”; siempre aparecerá alguna viudita negra.
Nunca me han gustado los perros, aunque intenté mil veces cambiar de idea. Amo a los gatos, ese andar felino, sus ojos vidriosos, la lujuria en los tejados, el ronronear, su vagancia…¿Serán rezagos de otra vida? Jiji
Besos Rafa.

Anónimo dijo...

Algo de alma de gata tendrás, cuando desapareces y apareces por ensalmo mágico

Vivian dijo...

Miauuuuuuu