viernes, 23 de septiembre de 2011

El espejo de la melancolía (XXXVII)


en una mesa de ébano
cubierta de un tapete con flores amarillas
sobre un fondo celeste macilento
un corazón exhausto
servido en una fuente de frágil porcelana
se agita moribundo ante las fauces
hambrientas de un tropel de comensales
vestidos de etiqueta y aquelarre

no son las cucarachas la carcoma
las ratas o el cadáver de la aurora
las bestias que suscitan con más fuerza
el negro frenesí que lo desboca
henchido en sus adentros de pavura

son ángeles y diablos que indistintos
y huérfanos de ancestros y de prole
violentos e imbatibles se disputan
la arritmia de sus últimos latidos
al fuego agonizante del ocaso

1 comentario:

Dafne dijo...

Todos los espejos de mi casa son esta semana de melancolía,reflejos marrones y amarillentos, que ya sé que es lo propio del otoño...pero para mí ,sinónimo de melancolía.
Besos