me miran cadavéricos tus ojos
del modo en que se mira a alguien que ha muerto
e hiriéndome de un vasto desconcierto
me abaten sobre un túmulo de abrojos
en él de luto ungidos mis despojos
se asfixian con el ánimo aliabierto
y en tal desolación me agito incierto
postrado sin oxígeno de hinojos
e irrumpe abrasador en mi memoria
el tiempo en que tus ojos dieron ala
al ansia por alzarme hacia tu gloria
y agudo en su fulgor fúnebre tala
mi vuelo con violencia predatoria
cegando hacia otros cielos toda escala
Ilustración: La caída de Ícaro, de Jacob Peter Gowy (1636).
2 comentarios:
Poemazo muy digno de aparecer en una antología de poesía del Siglo de Oro.
Saludos
Muy bueno tu soneto. Me ha gustado mucho. Un abrazo:
Tadeo
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