sábado, 7 de agosto de 2010

Augurio


Se lo había encontrado casualmente y rehuido de inmediato en, quizá ya, centenares de ocasiones. Le causaba espanto pensar en la muerte, su muerte, el fin sin fin, el olvido. Pero en esta ocasión -era tanto ya el cansancio- se decidió a buscarlo, a involucrarse hasta el fondo en aquel juego de macabras predicciones que tan a menudo últimamente se le había ofrecido en la pantalla del PC. “Al cabo -pensó-, lo más terrible que podría suceder es que fuese mañana. ¿Y acaso no es la calma absoluta ya mi más ansiado anhelo?”

23 DE OCTUBRE DE 2006

Recordó aquella fecha -hacía ya más de cuatro años-, el desencuentro, la incomunicación, la lluvia incesante, la despedida, el silencio, el olvido. Sí, sin duda, aquel augurio en lo pretérito era todo un acierto.

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