sábado, 28 de agosto de 2010

En guante de seda


Se mira anonadado en el espejo
y, herido por las horas que se alejan
como un tren por vía muerta, desbocadas,
susurra, en su zozobra, carpe diem.

Estéril rebelión, su grito ahogado
percute y se revienta en el azogue,
que, en su eco contrahecho, le responde,
sarcástico y triunfal, memento mori;
dejando que, después, siga blandiendo
su inocua insurrección contra el destiempo.

La muerte es un tirano complaciente;
le pasa al insurrecto por el lomo
su guante, convencida de que, al cabo,
su imperio de penumbras será eterno.

1 comentario:

Milena dijo...

Me conmueve, desazona, revuelve
atemoriza y seduce....

y hasta ese "memento mori", ¡¡¡carpe, carpe diem !!!