El sapo que quería ser princesa, pero al ver su reflejo en el estanque, sentía repugnancia a ser besado. Fue una pena que nadie le contara que todos los reflejos en la noche suelen ser pardos.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
5 comentarios:
Yo me se un cuento...bueno muchos,jejejej,pero uno que le va al tema:Un principe algo rarito,se llama..que abreviando ,sería algo asi como; érase una vez una rana verde y garnde que un día fue encantado por una hada malvada y lo convirtió en pricipe hermoso y rubio...(cuánto sufrió por esto...)que sólo deseaba volver a ser rana para casarse con su hermosa ranita de ojos saltones....hasta que un día la ranita se compadeció de aquel triste principe rubio y lo beso y claro.....ya sabes lo que paso ¿no?
Me encantan los cuentos!
Jaja!!
Rafa, yo me sé otro cuento: érase una vez un sapo tan ególatra que se sólo se miraba en su espejo porque el refejo le delvovía la imagen de un príncipe y se lo creía. Nadie le dijo que ese espejo era únicamente su pobre ego camuflado.
Besos
jejeje
Reina... como que el espejo estaba "tuneao" ja ja,, qué tunante el nota, je je
Oye, Rafa, el sapo se las trae... !
Besos
Jajaja, qué bueno...
jajajaja, no me extraña.
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