jueves, 23 de octubre de 2008

A contrapelo


En la monotonía, la tristeza
Devora, igual que arena movediza,
Las huellas por marcar al sindestino,
Y el loco palpitar del corazón
Se espesa como ciénaga en la bruma.
Día tras día y todo
Sigue igual,
Nada cambia. Ninguna inesperada
Circunstancia
Viene a romper el ritmo cansino de las horas
Y negro y sucio, siempre entre las nubes,
El sol uniformado va de eclipse.

Las horas van pasando lentamente.
Cada minuto un día, cada día
Siglos eternos de desesperanza
Que, muy de tarde en tarde, cauteriza la noche
Cual muerte engañadora e incompleta.
El tiempo se diluye, detenido
En un instante yerto en la memoria,
Y escapa como el agua entre los dedos,
Vaciando en su periplo el alma yerma.

Perdida sin regreso la esperanza,
Sólo queda rodar hasta un océano
Tan bruno, tan lejano y silencioso
Que nunca se divisa su horizonte.
Y ansiando que transcurra, el alma, el tiempo,
Veloz hacia ese vacuo desenlace,
Solloza atormentada en la ignorancia,
Ajena a que por siempre estuvo muerta.

3 comentarios:

Capochoblog dijo...

Se em aguaron los ojos con ese poema que dejaste al final :)))

Y el hombre mirando sin hacer nada... no te jode?

;)

Besos.

Anónimo dijo...

Me fascinan los recientes poemas, tienen el toque de tristeza acostumbrado pero hay "algo" que los hace diferentes y muy especiales...

Abrazos Poeta

Anónimo dijo...

impresionante...como siempre, filosofia casi gaditana con el deje de los malcitanos...un abarzo.