Nunca nadie se atrevió a tenerle en cuenta que esgrimiese las manos como un espadachín. Cuando aquella aterradora mezcolanza de herrumbre propia y sangre ajena comenzó a teñir de rojo sus guantes de seda made in Camboya, ya era demasiado tarde.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
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