ESTA mañana, justo al despertarme, he experimentado una suerte de extraña y cegadora iluminación y me he propuesto cambiar de vida y ser escritora y comenzar mi nueva labor profesional relatando los diálogos acaecidos entre una mujer y su sombra. No obstante, ya hace dos horas que cayó la noche -lo supe por el estrépito que produjo la estrella polar al hacerse añicos contra el asfalto de la avenida- y no he logrado escribir una sola palabra. Y no es que piense que las sombras carezcan de aptitudes para el diálogo -sé que, en su oscuro laconismo, nos lo pueden llegar a contar prácticamente todo-, es que nunca tuve una mujer a mi lado y, en consecuencia, ahora estoy absolutamente convencida de que nunca he existido.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
1 comentario:
Muy bueno, muy bueno, si señor, muy bueno :)
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