lunes, 6 de septiembre de 2010

Enemiga de la muerte (un poema de Salvatore Quasimodo)


a Rossana Sironi

Tú no debías, querida,
arrancar tu imagen del mundo,
quitarnos de la belleza una medida.
Enemigos de la muerte ¿qué haremos
inclinados a tus pies rosáceos,
en tu costado violeta?
No has dejado hoja ni palabra
del último día tuyo ni un no a cada cosa
surgida de la tierra, un no a la monotonía
diaria de los hombres. La triste, estival
ancla de luna arrastró
tus sueños: colinas, árboles, luz,
noches, aguas; no confusos
pensamientos, sueños reales
desprendidos de la mente que decidió,
improvisa para ti
el tiempo, la vileza venidera. Ahora
estás tras de duras puertas,
enemiga de la muerte. –¿Quién aúlla? ¿Quién aúlla?-
Has matado de un soplo a la belleza,
la has golpeado para siempre, la desgarraste
sin una lamentación por su loca
sombra que sobre nosotros tiende. No bastabas,
belleza, soledad deshecha.
Has hecho un gesto en lo oscuro, has escrito
tu nombre en el aire o aquel no a todo lo
que aquí hormiguea y más allá del viento.
Sé qué querías con tu nuevo atuendo,
sé la pregunta que vacía regresa.
No hay para nosotros ni para ti contestación,
oh musgo y flores, oh querida
enemiga de la muerte.

2 comentarios:

MaLena Ezcurra dijo...

Ay es hermosísimo!
Adoro las letras de Quasimodo.


Besos van por esas calles.


M.

virginia dijo...

Precioso...