miércoles, 12 de diciembre de 2007

Natillas

Miércoles laborable, 5 de la madrugada. Con una ebriedad que ya les turbaba en demasía los sentidos, buscaban un garito donde poder tomar otra copa. Todo cerrado.

- ¿Cómo no vayamos al centro? –propuso él.

- ¿A estas horas? No, no, ni pensarlo. Pero si te apetece podemos subir a tu casa… ¡no!, mejor a la mía, que nos queda más cerca. Pero sólo a tomar una copa, ¿vale? –replicó ella.

Lo cierto es que a él ni por un instante se le había pasado por la imaginación la posibilidad de que aquella noche pudiesen terminar yaciendo sobre el mismo lecho. Ni ninguna otra noche. Pero aquella, que se le antojo como solapada negativa, espoleó sus deseos con tal fuerza que comenzó a experimentar una colosal erección.

- Bueno, ya se sabe que cuando las mujeres dicen “no”, en realidad quieren decir “tal vez” –pensó.

* * *

- En fin, ya estamos en mi cuchitril. Voy a ponerme un poco más cómoda. Entretanto, si no te importa, ve preparando tú las copas. En el frigorífico hay vino y cerveza. Creo que no tengo nada más. A mí me sirves un vino blanco.

Él no daba crédito. Ella se iba a poner más cómoda, y además, no había podido dejar de llamar poderosamente su atención el hecho de que allí, sobre el estante más visible de todo el salón, hubiese dos cajas de condones de 24 unidades.

- ¡Esta chica es una fiera!, no sé si voy a ser capaz de estar a su altura –pensó, un tanto azorado, mientras se dirigía dando tumbos a la cocina para servir las copas.

Pero al abrir el frigorífico, la espantosa visión de un incontable número de envases de natillas caducadas desde hacía meses, acabó de súbito con sus ilusiones.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Rafa, hoy me has dejado perpleja, ...jooo, que tengo que pensarlo y leerlo varias veces porque no lo he pillado, hhhmmmmm...¿seré corta?
o ella era un desastre, o una desesperada que hacía meses que no comía natillas.

En fin. tal vez otro día me pille más lúcida o alguien me saque de dudas.

Un abrazo

Anónimo dijo...

¿No será autobiográfico? ¿Verdad Rafa? Es que el de la foto se parece a tí. :))

Un beso.

Anónimo dijo...

Je, je, sí, las dos cosas serían posibles. Pero yo pienso, más bien, que él, que estaba más beodo que un sacristan empedernido, interpretó que aquella chica era una compradora compulsiva de cosas que después no usaba y que terminaban caducando. Como por ejemplo... las natillas. Y claro, se dijo, aquí esta noche no hay nada que hacer. Aunque... ¿qué sucedió después? Pues no lo sé, quizá dependa de todo lo cómoda que se pusiese ella.

Abrazos.

Ps. La etiqueta de esta entrada es "Ficción y delirio", pero en este caso tiene mucho más de lo segundo que de lo primero.

Anónimo dijo...

Malena... Nooooooo!, yo no me hubiera desinflado por unas cuantas docenas de natillas caducadas. Aunque, tal vez, sí por la borrachera, que en esos casos nunca se sabe.

Abrazos.

Anónimo dijo...

¡Ah! pero el de la foto sí que soy yo. Jajajajajaja, no, no, es broma.

Más abrazos.

Anónimo dijo...

yo creo que le ofrecía natillas a sus amantes, así que creo que tenía mucha hambre

Anónimo dijo...

jajajaj, las natillas caducadas son un signo inequívoco :XD,
¿Ese preservativo gigante tiene dueño por casualidad??? :P

Anónimo dijo...

Hola primo.

Me ha fustado esta "ficción delirante".

Puestos a buscar explicaciones, puede que ella quisiera las natillas para embadurnar algo.
Y a él, claro, al verlas tan caducaditas y en su estado de ebriedad, se le vinieran todas las tempestades del mundo a su ya revuelto estómago.

Hay gente rara por esos mundos...

Abrazo delirante.

Anónimo dijo...

Para mi, le gustaba mas co-er que comer:)
Y no està nada mal jaja
Besos

Anónimo dijo...

tremendo,jajajaja de que año eran los condones?