Esa España aconfesional y democrática en la que los militares tienen prohibido sindicarse, pero pueden tener santos patronos y participar como protagonistas en actos religiosos.
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"¡MUERA LA INTELIGENCIA!", grito Millán-Astray dirigiéndose a Unamuno (que era un señor de derechas, pero dotado de capacidad de diálogo y del don del raciocinio). Y, aunque de manera póstuma, vaya si lo está logrando.
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Banderas a media caspa.
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