Yo soy Sor Josefa, la hermana portera, la que abre la cancela o el torno (cuando es de noche y de madrugada y la calle está más insegura) para atender a todo aquél que llama a nuestra puerta. Aquí me dejan diariamente las prendas de ropa que no usan las criadas de las señoras de la Alta Sociedad del arrabal trianero, para que podamos vestir decentemente a los vecinos y transeúntes más necesitados. De eso hace poco tiempo, pues hemos abierto nuestra sede en el año 1904 con motivo de la mayoría de edad del Rey Alfonso XIII. Y es que su majestad pertenece a la Noble y Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Ésta, siguiendo los preceptos del noble y sabio Miguel de Mañara ha levantado ese edificio tan cercano a la calle Alfarería. Le ha puesto el pomposo nombre de “Escuela y Cocina Económica de Nuestra Señora del Rosario”. Y nos lo ha donado para que lo regentemos las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Por eso, popularmente la gente dice a los que pasan apuros y preguntan: “ir allá donde las monjitas”.
Y es que por el arrabal trianero hay tanto niños analfabetos como en ningún sitio. Analfabetos y, además, pobres de solemnidad. Por eso, en nuestro comedor atendemos a los escolares, no sólo enseñándoles a leer y escribir, sino dándoles auxilio espiritual y sirviéndoles desayuno, almuerzo y cena. Y lo mismo hacemos con entre veinte y treinta ancianos y transeúntes que no tienen ni para comer ni para cenar y se agolpan a esas horas delante de nuestro local.. En la medida de lo posible las monjitas pretendemos ser autosuficientes. Tenemos una pequeña huerta con establo a las espaldas de la iglesia, con la que damos un tazón de leche y un poco de fruta fresca diaria a todo aquel hambriento que pisa nuestro comedor, siguiendo al pie de la letra la parábola de la buena samaritana.
(¢) Carlos Parejo Delgado.
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