Sujetos que, con el cadáver del niño Gabriel Cruz aún caliente, pedían a voz en grito aumentar los supuestos de la permanente revisable y hasta introducir la pena de muerte en nuestro Código Penal, cuando no el linchamiento en plaza pública de la presunta asesina, y que ahora se muestran alarmados porque la gente manifieste en las calles su indignación ante la benévola sentencia dictada en relación con los violadores de La Manada.
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Todavía no he leído a ninguno de los justicieros de cloaca y boquilla que pedían en las redes sociales que les fuese entregada Ana Julia Quezada para torturarla con sus propias manos hasta la muerte, exigiendo lo propio con respecto a los violadores de la Manada a objeto castrarlos. Todavía no lo he leído y espero no tener que leerlo.
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