SEGÚN nos cuentan hoy los medios de manipulación masiva al servicio del Imperialismo, Jay Carney, portavoz de la Casa Blanca, ha revelado que Ben Laden no iba armado en el momento de su muerte, pero que “fue abatido en la operación por la resistencia que opuso". Por su parte, León Panetta, director de la CIA, ha declarado que los miembros del comando del élite enviados por el presidente Obama “tenían autorización para matarlo”, como finalmente sucedió. Es decir, que a decenas de sujetos bien entrenados y armados hasta los dientes, ante la resistencia opuesta por un anciano desarmado, no les quedó otra opción que abatirlo a tiros. Dicho lo dicho, más bien parece que lo de “autorización para matarlo” no es más que un eufemismo, y que lo único cierto es que los miembros del comando estadounidense lo que tenían era orden expresa de asesinarlo.
Por otra parte, también ha trascendido que la información que llevó a localizar el paradero del lider de Al Qaeda se obtuvo gracias “técnicas de interrogatorio agresivas” como el “waterboarding”, eso sí llevadas a cabo durante el mandato de George W. Bush. Esta técnica de interrogatorio, también adjetivada de manera nauseabunda como “mejorada”, y ahora, a raíz del “éxito” de la operación contra Ben Laden, reivindicada por responsables del anterior Gobierno de Estados Unidos, consiste en coger a un individuo y, al más puro estilo mafioso -o nazi, al ser responsable un Estado-, meterle la cabeza en una bañera una y otra y otra y otra vez casi hasta el ahogamiento, y fue puesta en práctica en sórdidos lugares ajenos a cualquier respeto a los Derechos Humanos como Guantánamo. A uno de esos individuos, Khalid Shaikh Mohammed, según se dice que han revelado los responsables de los “interrogatorios”, se le sometió a “waterboarding” hasta en 183 ocasiones. En este caso, tras el eufemismo -“técnicas de interrogatorio agresivas” o “mejoradas”-, no cabe duda alguna de que se oculta de manera cínica y burda el vocablo “tortura”.
Es decir -y por relatarlo ya sin eufemismo alguno-, unos criminales sin escrúpulos al servicio del Imperio se han estado dedicando, y probablemente aún lo continúen haciendo, a torturar sistemáticamente a todo aquel que les ha venido en gana para obtener información. Y lo han hecho en un centro de detención ilegal -algo así como un inmenso zulo a cielo abierto- donde sus víctimas llevan confinadas, sin que haya mediado juicio alguno y sin garantías de ningún tipo, hace ya casi una década. Después, otros desalmados asesinos descerebrados al servicio del Premio Nobel de la Paz y a un tiempo títere de lujo de los auténticos poderes que dictan nuestros destinos, le pegan a quemarropa un tiro a un anciano desarmado para, acto seguido, hacer desaparecer el cadáver en alta mar -también, ya puestos, por qué no, lo podían haber sepultado en cal viva-. Y, como colofón, para poner la guinda al putrefacto pastel, todos los líderes políticos del mundo al unísono, incluidos nuestros actuales gobernantes del socialismo sedicente y la oposición del partido popular, lo aplauden. ¿A qué prácticas mucho más cercanas a nosotros se asemeja todo esto?
Ante tanto despropósito y falta de escrúpulos ¿sería muy descabellado afirmar que Obama y sus secuaces, aunque pertrechados como nadie, han actuado como unos vulgares terroristas? ¿O que todos aquellos que desde el ámbito de la política no sólo no condenan sino que aplauden con fruición sus vilezas sólo pueden ser considerados como sus cómplices?
Lo que tampoco deja de ser paradójico es que estos que en España se regocijan con actos terroristas tan flagrantes, impidan presentarse a unas elecciones democráticas a todos aquellos que les venga en gana, sin que esté demostrado que sean los cómplices políticos de aquellos otros que actúan con similar modus operandi al Nobel de la Paz embarcado a un tiempo en tres guerras y sus perros. Será -supongo- esta afición tan de nuestros días a lo preventivo: guerras preventivas, inhabilitaciones preventivas, sentencias preventivas; la realidad, nunca me cansaré de repetirlo, superando con creces a la inquietante ficción que nos mostrasen Philip K. Dick y Spielberg en Minority Report.
Yo, por mi parte, para no ser parte ajena a tanta demencia, estoy pensando en articular una recogida de firmas para solicitar que el próximo Premio Nobel de la Paz sea concedido a Pol Pot. Y es que ya puestos... por qué no a lo grande y sin eufemismos ni tapujos.
Por otra parte, también ha trascendido que la información que llevó a localizar el paradero del lider de Al Qaeda se obtuvo gracias “técnicas de interrogatorio agresivas” como el “waterboarding”, eso sí llevadas a cabo durante el mandato de George W. Bush. Esta técnica de interrogatorio, también adjetivada de manera nauseabunda como “mejorada”, y ahora, a raíz del “éxito” de la operación contra Ben Laden, reivindicada por responsables del anterior Gobierno de Estados Unidos, consiste en coger a un individuo y, al más puro estilo mafioso -o nazi, al ser responsable un Estado-, meterle la cabeza en una bañera una y otra y otra y otra vez casi hasta el ahogamiento, y fue puesta en práctica en sórdidos lugares ajenos a cualquier respeto a los Derechos Humanos como Guantánamo. A uno de esos individuos, Khalid Shaikh Mohammed, según se dice que han revelado los responsables de los “interrogatorios”, se le sometió a “waterboarding” hasta en 183 ocasiones. En este caso, tras el eufemismo -“técnicas de interrogatorio agresivas” o “mejoradas”-, no cabe duda alguna de que se oculta de manera cínica y burda el vocablo “tortura”.
Es decir -y por relatarlo ya sin eufemismo alguno-, unos criminales sin escrúpulos al servicio del Imperio se han estado dedicando, y probablemente aún lo continúen haciendo, a torturar sistemáticamente a todo aquel que les ha venido en gana para obtener información. Y lo han hecho en un centro de detención ilegal -algo así como un inmenso zulo a cielo abierto- donde sus víctimas llevan confinadas, sin que haya mediado juicio alguno y sin garantías de ningún tipo, hace ya casi una década. Después, otros desalmados asesinos descerebrados al servicio del Premio Nobel de la Paz y a un tiempo títere de lujo de los auténticos poderes que dictan nuestros destinos, le pegan a quemarropa un tiro a un anciano desarmado para, acto seguido, hacer desaparecer el cadáver en alta mar -también, ya puestos, por qué no, lo podían haber sepultado en cal viva-. Y, como colofón, para poner la guinda al putrefacto pastel, todos los líderes políticos del mundo al unísono, incluidos nuestros actuales gobernantes del socialismo sedicente y la oposición del partido popular, lo aplauden. ¿A qué prácticas mucho más cercanas a nosotros se asemeja todo esto?
Ante tanto despropósito y falta de escrúpulos ¿sería muy descabellado afirmar que Obama y sus secuaces, aunque pertrechados como nadie, han actuado como unos vulgares terroristas? ¿O que todos aquellos que desde el ámbito de la política no sólo no condenan sino que aplauden con fruición sus vilezas sólo pueden ser considerados como sus cómplices?
Lo que tampoco deja de ser paradójico es que estos que en España se regocijan con actos terroristas tan flagrantes, impidan presentarse a unas elecciones democráticas a todos aquellos que les venga en gana, sin que esté demostrado que sean los cómplices políticos de aquellos otros que actúan con similar modus operandi al Nobel de la Paz embarcado a un tiempo en tres guerras y sus perros. Será -supongo- esta afición tan de nuestros días a lo preventivo: guerras preventivas, inhabilitaciones preventivas, sentencias preventivas; la realidad, nunca me cansaré de repetirlo, superando con creces a la inquietante ficción que nos mostrasen Philip K. Dick y Spielberg en Minority Report.
Yo, por mi parte, para no ser parte ajena a tanta demencia, estoy pensando en articular una recogida de firmas para solicitar que el próximo Premio Nobel de la Paz sea concedido a Pol Pot. Y es que ya puestos... por qué no a lo grande y sin eufemismos ni tapujos.
2 comentarios:
Si no fuera por lo trágico del tema, esto parece la peor de las comedias
Me encanta tu blog, Hipogeo, pero tengo que aclararte, tras haber leído este post y haber visto la imagen adjunta, que hay casi absoluta certeza de que los cráneos que son exhibidos en el tristemente famoso Museo de Tuol Sleng corresponden a los cientos de miles de cuerpos (alrededor de medio millón) a los que los inclementes bombardeos (mucho más de 2.500000 bombas) de la aviación yanqui quitaron las vidas en la cruel e inhumana ofensiva contra Cambodia, entre 1965 y 1973.
¡Salud!
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