Tras varios siglos de guerras desalmadas, hubo en aquel lejano país una guerra sin armas. Sin manos lacerando, sin bombas ni cuchillos, sin patria ni banderas. Sólo la voz y la palabra. Después, cuando se decretó la Paz, todos supieron que la habían perdido, tal vez para siempre.
La flor del tabaco
-
*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
2 comentarios:
Bella historia, lastima que sea verdad en muchos sitios del planeta.
Un abrazo.
Se hizo invisible la paz, para que no la maltrataran, aún así la torturaron y la torturan, tanto que ya es imposible divisarla ni siquiera en lo más recóndito de nuestras consciencias.
Publicar un comentario