Así sobrevivo.
Con las fauces abiertas
Al profundo vacío,
Y pupilas aferradas como garras
A la luz sin color de un espejismo.
Lamiendo lamiendo lamiendo.
Lamiendo
El aroma putrefacto de las huellas
De un cadáver que se viste de domingo
Desde la última alborada sin ocaso.
Todo está negro.
Todo
Menos mis huesos amarillos:
Tristes, deslavazados,
Polvo al polvo,
Pero polvo
Desenamorado.
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