Cada medianoche,
Al runrún de las doce,
NOES como espadas,
Blandidos contra el tímpano,
Se desploman como un cielo
Sobre el mar de los hechizos.
Nace sin fe una oscura presencia
Que destripa, atribulando, las ficciones,
Y van floreciendo andrajos
En la oquedad de las alas.
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