(Buffet libre para patriotas)
Empieza ya a ser urgente, a objeto de no cegar los pocos caminos que nos van quedando para poder avanzar hacia un futuro mejor para los pueblos de España, que dejemos de otorgar credibilidad al trampantojo que nos muestra un país tensionado y a punto de partirse en dos o en más pedazos por la pugna politica entre un bloque de partidos constitucionalistas —los buenos— y otro de anticonstitucionalistas —perversos ángeles caídos al servicio del Mal—. Porque es esta una dicotomía falaz, utilizada hasta las heces para la manipulación y el engaño. En este país de todos los demonios no hay ni un solo partido que respete o que no quiera cambiar en profundidad la Constitución. ¿O acaso pueden ser considerados constitucionalistas aquellos que han arrebatado el derecho a la vivienda a tantos españoles en favor de fondos buitres o de nuestros abominables y manirrotos usureros patrios? ¿O los que han precarizado el trabajo de tantos otros hasta mudarlo en esclavitud para mayor gloria de las mafias del totalitarismo financiero? ¿O los que nos han arrebatado la libertad de expresión con la burda y falaz coartada de evitar unos tan vagos como manipulables supuestos de delitos de odio y enaltecimiento del terrorismo que lo mismo valen a los que tienen la sartén por el mango para hacer un irreparable roto que un colosal descosío? ¿Los de los recortes y las estrecheces para los muchos y la manga ancha y las subvenciones millonarias y graciosas para los pocos? Hablo de Aznar, Guerra, Jordi Pujol, Botella, Abascal, Arrimadas, Cifuentes, Susana Díaz, Pedro Sánchez, González... los buenos. Esos patriotas de banderita tú eres roja, tú eres gualda en el balcón, y sociedades offshore y abultadas cuentas corrientes en las islas Mauricio, Panamá o Suiza. El bloque involucionista; esos que, como voraces alimañas carroñeras, ya han comenzado a descuartizar y deglutir el porvenir de los pueblos de España.
Empieza ya a ser urgente, a objeto de no cegar los pocos caminos que nos van quedando para poder avanzar hacia un futuro mejor para los pueblos de España, que dejemos de otorgar credibilidad al trampantojo que nos muestra un país tensionado y a punto de partirse en dos o en más pedazos por la pugna politica entre un bloque de partidos constitucionalistas —los buenos— y otro de anticonstitucionalistas —perversos ángeles caídos al servicio del Mal—. Porque es esta una dicotomía falaz, utilizada hasta las heces para la manipulación y el engaño. En este país de todos los demonios no hay ni un solo partido que respete o que no quiera cambiar en profundidad la Constitución. ¿O acaso pueden ser considerados constitucionalistas aquellos que han arrebatado el derecho a la vivienda a tantos españoles en favor de fondos buitres o de nuestros abominables y manirrotos usureros patrios? ¿O los que han precarizado el trabajo de tantos otros hasta mudarlo en esclavitud para mayor gloria de las mafias del totalitarismo financiero? ¿O los que nos han arrebatado la libertad de expresión con la burda y falaz coartada de evitar unos tan vagos como manipulables supuestos de delitos de odio y enaltecimiento del terrorismo que lo mismo valen a los que tienen la sartén por el mango para hacer un irreparable roto que un colosal descosío? ¿Los de los recortes y las estrecheces para los muchos y la manga ancha y las subvenciones millonarias y graciosas para los pocos? Hablo de Aznar, Guerra, Jordi Pujol, Botella, Abascal, Arrimadas, Cifuentes, Susana Díaz, Pedro Sánchez, González... los buenos. Esos patriotas de banderita tú eres roja, tú eres gualda en el balcón, y sociedades offshore y abultadas cuentas corrientes en las islas Mauricio, Panamá o Suiza. El bloque involucionista; esos que, como voraces alimañas carroñeras, ya han comenzado a descuartizar y deglutir el porvenir de los pueblos de España.
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