Carmena, con su exacerbada oda a la gestión y su desprecio a la par hacia las ideologías, viene a alinearse de manera sibilina con las tesis de Alfonso Guerra y su admiración hacia las dictaduras 'eficientes'. No es de extrañar, por tanto, que se muestre complaciente con la pretensión de Estados Unidos, valiéndose de la payasada de su títere Guaidó como burda coartada, de imponer la dictadura del totalitarismo financiero-imperial en Venezuela. Lo que Carmena parece obviar, ya a sabiendas, ya por desconocimiento —tanto monta, monta tanto—, es que el desentendimiento de la política y las ideologías, se suele constitituir con demasiada frecuencia en antesala del fascismo.
(Gusanería.)
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