Estimados señores
magistrados del alto
tribunal heredero
de aquel ignominioso
Tribunal de Orden Público:
El humor es un vasto
territorio que alberga
dentro de sus difusas
fronteras un sinfín
de diferentes géneros:
chistes malos, humor
de mal gusto, humor negro,
chistes sin gracia alguna,
humor inteligente,
chistes verdes, humor
como arma preferible
al fusil y la espada,
chistes tontos, humor
amarillo y etcétera.
Son tantos y diversos,
señores magistrados
de excepción, que es posible
que en tales territorios
apenas quepan ya
nuevas categorías.
Por ejemplo ese empeño
intolerable y rancio,
esa broma pesada
más propia de regímenes
ultratotalitarios
que de una democracia,
de juzgar ciertos tipos
de humor como delito.
Por último, un consejo:
deberían tratarse,
señores magistrados,
su mal humor y, luego
de obtener resultados,
follar un poco más
y joder mucho menos.
(Post scriptum. Que os den
por la Ley del Talión.)
BONUS TRACK
La ordalía hispana
Durante mucho tiempo he estado convencido de que la Audiencia Nacional no era más que un rancio tribunal de excepción, heredero directo del infame Tribunal de Orden Público vigente durante parte de la ignominiosa y criminal Dictadura del genocida Franco y sus secuaces. Hoy, y pese a lo expuesto en el bodrio-poema precedente, tengo que pedir disculpas por tan erróneo convencimiento. Porque la Audiencia Nacional, a la vista de las tan aberrantes como arbitrarias actuaciones que viene perpetrando en los últimos tiempos, sólo puede ser heredera del Santo Oficio y sus bárbaros inquisidores. Y sus magistrados, unos indiscutibles herejes que, en tiempos afortunadamente ya pasados y que hoy nos acechan de nuevo a la vuelta de la esquina, habrían sido merecedores de tormento en la hoguera.
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