miércoles, 20 de mayo de 2015

Sal-picaduras

Talado una y mil veces hasta el tuétano
el tiempo no es más que un muñón que aún sangra
en tanto un mal forense le practica
con premura la autopsia.

1 comentario:

Milena dijo...

Llegó la noche y no encontré un asilo;
y tuve sed ... ¡mis lágrimas bebí!
¡Y tuve hambre! ¡Los hinchados ojos
cerré para morir!

¿Estaba en un desierto? Aunque a mi oído
de las turbas llegaba el ronco hervir,
yo era huérfano y pobre... El mundo estaba
desierto... ¡para mí!

(Gustavo Adolfo Bécquer)