Érase de un hombre que caminaba siempre en bicicleta por la ciudad. Tres candados requete fuertes por más de cien euros compró, para que no le robaran su rodante Rocinante. Pero un experto ladrón se fijó en alarde tan notable, y la bicicleta le dejó, pero desnuda de amarres. Moraleja: Las mejores defensas que tenemos son las que pasan desapercibidas.
(¢) Carlos Parejo Delgado
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