Mi dios es el calvario, un camino sinuoso y empinado hacia un Gólgota sin cruces ni promesas de resucitaciones. He caído no sé cuántas veces y tantas otras me he levantado. Pero la luz que cargo sobre mis huesos rotos ya pesa demasiado y ha llegado el momento de no volver a erguirme. Yo soy el hijo bastardo de la Bestia, un engendro con cuerpo de gusano y las alas de un sueño tetrapléjico —POR QUÉ, PADRE, POR QUÉ. Me arrastro sobre el lodo, suplicando vinagre para calmar mi espanto. “Salvad a Barrabás”, exijo en un lenguaje ignoto a los espíritus que, en legión, han venido a apuntalar mis horas, esta agonía insomne que escupe contra el viento blasfemias y poemas. Y Barrabás maldice mi compasión espuria y, de un tajo certero, se corta la cabeza. Imposible, por tanto, concluir esta plegaria.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
2 comentarios:
El por qué todavía queda más allá de nuestra conciencia, vemos el valle de lágrimas pero no lo que hay más allá
No sé si llamarlo “Poema”, o quizás sí . ¿Qué es un poema, o quién lo mide cómo tal? A veces la desolación pare imágenes bellísimas.
Qué sé yo, no me hagas caso.
Te abrazo Rafa, pasé a ver cómo estaba la hortaliza.
Muacks
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