Borrón y cuesta nueva:
es la historia del hombre, el ciclo eterno
de las huellas del hombre dibujando
a tientas su periplo por el mundo;
un mundo sin hacer que, sin embargo,
se desangra, completo,
por los ojos, los poros, las arterias
del hombre. Y de este modo
gota a gota, las lágrimas,
gota a gota, el sudor,
gota a gota, la sangre
del hombre van cayendo
sobre los promontorios escarpados
que impiden que la sed dé alcance al agua,
ablandando el relieve, erosionándolo,
borrando sus leoninos desniveles
hasta allanar el paso que conduce a los sueños
efímeros del hombre.
Pero fuerzas tectónicas hercúleas
conspiran entretanto en el subsuelo
para alzar nuevamente los escarpes; son
los tercos hacedores de pendientes,
los acaparadores
de hontanares y aljibes.
Y tras los siempre breves
periodos de horizontes
abiertos, nuevamente
despótica se impone la orogénesis
negando el pan, la sal, el sol y el agua al hombre.
Sísifo habría firmado,
a fin de no sufrir tamaño oprobio,
gustoso su condena.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
1 comentario:
Es un poema muy nerudiano
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