Meneo el abanico
con la frialdad sin fe
que distingue a un autómata.
Pero un sudor glacial
que emerge desde el meollo
carnal de la "masmédula"
me anega hasta las heces,
igual que a un condenado
a bailar un bolero,
sin Beatriz, con los pies
sumidos en las brasas
cáusticas del infierno.
El poema no nos crea
ni nos destruye, sólo
nos deforma.
La flor del tabaco
-
*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
1 comentario:
Poema cargado de misterio
Publicar un comentario