“Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.”
Génesis 3:24
No fue dar un mordisco,
contra una ley absurda e injusta, a la manzana.
El pecado primero
fue no arrancar la espada de las manos del ángel
para con ella hacer
frente a los atropellos del tirano.
Ilustración: La expulsión del paraíso (1890), de Franz von Stuck
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