Las voces que hay en mí son una –voz única o, acaso, sólo un silencio antiguo transitando los siglos desde el ay primigenio–; sólo cambian las musas que envenenan mi oído.
Ilustración: Minerva y las musas (1640), de Jacques Stella
1 comentario:
Anónimo
dijo...
Las musas no son tan malas, además de envenenarlo lo diversifican y te dicen: venga otra cruzcampo
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
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Las musas no son tan malas, además de envenenarlo lo diversifican y te dicen: venga otra cruzcampo
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