y chinos son los jarrones
hechos del más fino gres.
Son chinos los pantalones
que compro en el Corte Inglés,
chinos eran los telones
de la Manolita Chen
cual chinos son los trolones
que cuenta Rajoy también,
un chino en los zapatones
que me está jodiendo un pie.
Y esas bolas que se pone
madam donde sabe usté
o la china que me pone
cieguecito si arde bien
propiciando colocones
liadita en un papel.
Naranjas como limones
de las china te da quien
agrio te dice que nones.
También chino el barrio es
donde alquilan sus amores
Irma la Dulce y Marlén.
Y son chinos se supone
toditos los todo a cien
como lo son los figones
que sirven pato laqué.
¡Son mil trescientos millones,
chinos hay a tutiplen!
Mil millones de razones,
mil millones de porqués
pa’no tocar los cojones
a los del asunto zen,
no sea que sus inversiones
no las volvamos ni a oler
por hurgarles los cajones
donde a la remanguillé
esconden estos trincones
nepotes del comité
central por cerros, montones,
los yates y los chalés,
los títulos, las acciones,
sus botines, el parné.
Y así nuestros gallardones,
que cojean del mismo pie,
paren una ley que pone
la ley cara a la pared
pa’que no miren fisgones
las cosas que no hay que ver.
No ganan pa’sofocones
que un año ha hecho recién
al amarillo Al Capone
del Gao Ping hubo también
que colmarlo de atenciones,
devolverle el almacén,
darle mil explicaciones,
inventar el paripé
de que nada, usté perdone,
que usté lo blanquee bien,
cursaremos instrucciones
de que a ese cabrón de juez
lo echen a los leones
y no suceda otra vez,
que ni usted es Corleone
ni la pasma aquí Elliott Ness.
Nosotros a los garzones
les damos p’al bisoñé.
Y, serviles anfitriones,
“¿Unas pastitas, un té”?
”Glacias, más mejol me pones
cavial con un escocés”
Despertaron los dragones
desde el libro rojo aquél,
dejaron de ser mongoles
que ya de revoluciones
culturales está bien
y ahora miran en sus Rolex
la hora de dejar de ser
comunistas ¿Comu… qué?
Invertidos hoy los roles
acuden al besapiés
cegados por los millones
en pedigüeño tropel
como ávidos moscones
a un panal de rica miel
de occidente las naciones
de rodillas y a sus pies.
¡Hasta el fútbol, tié bemoles!,
que ayer mismo aluciné:
Los del Cholo Simeone
como antes los culés
mandan felicitaciones
por el nuevo año que
según chinas tradiciones
del caballo toca ser.
Y les ofrendan sus goles,
les recuerdan su caché,
si respetan las lesiones
en su próxima turné
la Liga de Campeones,
Chan-Piong-Lí en cantonés.
Qué distintas situaciones
la de hoy y la de ayer;
aún recuerdo que en el cole,
y quizás recuerde usté,
se montaban cuestaciones
-el Domund o no sé qué-
a favor de las misiones;
de huchas los cabezones
de un chinito y un infiel.
Hoy en día se supone
debería ser al revés:
que estos chinos ricachones
dieran un dólar, un yen,
a la hucha con orejones
de Montoro, es un poner.
La vida y sus revolcones,
qué tristeza, cuánto spleen;
allí brillan cien mil soles
y aquí Sol es Tiananmén.
Amén.
Texto e ilustración: Agustín Casado
2 comentarios:
Como todas las que te he leído, muy buena sátira y crítica con la realidad. Y recuerdo eso del "Domund" y
que habría de ser al revés,
pero no caerá esa breva,
que no tienen a sus pies
y aquí ya no hay sangre nueva
para darles un revés.
Saludos y un abrazo.
Y como pesaba la puñetera hucha del chino. Y todo pa qué...Está guay.
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