Aquella
mañana, los manipuladores del lenguaje decidieron denominar a la pala
sauna. "¿Cómo un obrero puede pretender hacer uso de privilegios
reservados a los selectos?" -le dijeron, solemnes y distantes, las
sanguijuelas del sudor ajeno. Aquella mañana, trabajando en unas
condiciones penosas como nunca, descubrió que podía utilizar uñas y
dientes.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
2 comentarios:
Hora de ponerlo en práctica, vamos al abismo.
Las sanguijuelas del sudor ajeno suelen ser los hombres ricos y sin escrúpulos que gobiernan el mundo
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