Cuando entró en la discoteca,
pese a su hábito novicio,
viendo en su mirada el vicio,
presumió "esta monja peca".
Dijo, amoroso, "muñeca,
¿nos damos tú y yo un buen lote?"
y ella, cautivo a su escote,
lo arrastró hasta un reservado
donde él quedó anonadado
al ver que era un sacerdote.
La flor del tabaco
-
*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario