Que Dios es vasco, amén de una verdad en todo punto irrefutable, es algo bien sabido desde los albores mismos de la Humanidad, y que, por cosiguiente, a nadie podría sorprender a estas alturas de la película. Pero, para sorpresa sin parangón, habernos enterado de que The Masters of The Universe son todos españoles, muy españoles y mucho españoles.
(De la serie "Siempre será preferible un duelo a muerte con Skeletor, que tomar café con Pablo Casado.")
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