Escribe lacrimógenos
panfletos ilustrando
la vida de los santos
familiares.
No ignora
que desde siempre ha sido
"vox populi" la hierba
del diablo que da fe
de su genealogía.
Pero repite a diario
la falsa hagiografía
de los zombis diabólicos
que habitan en su sangre
destilando estramonio
en la medida exacta
para sin ser, a corto
plazo, letal, nublar
como opio la memoria
y el ánimo del pueblo.
No hay peor erosión
que aquella que debajo
del hábito litúrgico
de bondad impostada
que visten los extáticos
profetas de lo santo,
oculta las palomas
que con la luna llena
habrán de ser ofrenda
de sangre en el abismo
de un círculo satánico:
¡Muera la inteligencia
y que vivan por siempre
la falacia y la muerte!
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