no se llamen -ya imagino
que mi imagen arruíno-
me confieso de tamaño
gran pecado: soy taurino.
Ni me ofende ni me extraño
me tengan por asesino
esos espíritus finos
cual de Asís el ermitaño;
de Asís ellos, yo “asisino”,
me conozco bien el paño.
Sádico amante del daño,
soy un orco comeniños,
con las viejas yo me ensaño
cruel, insensible, dañino,
Sade, Menguele, un Carcaño,
tan brutal como mezquino,
me excito, trempo, me empino
si cual Báthory me baño
siquiera una vez al año
en sangre de seis zaínos.
Y pues me rindo y me allano,
y pues confieso y claudico,
no hay debate en el escaño,
cesen hoy en el regaño
que resulta ya cansino.
Y aparcado el bizantino
discutir que ya han ganado
a ver ahora si atino
a rimar lo aquí digo
entre chusco y cabreado
justo a mitad de camino.
No era Juan José Padilla
figura de campanillas
en el arte del toreo
(esa siniestra cuadrilla
si tal que ése es su deseo).
De bullanga y de jaleo,
más farra que seguiriya
con los trastos de trasteo,
fue a la vera de la Seo
cuando un par de banderillas
en que mal midió el cuarteo
que cumplido ve el deseo
de poner las zapatillas
en la difícil casilla
de figura del toreo.
Y aún el viejo maletilla
explica con su ceceo
que no veo, que no creo
fuera el precio demasiado;
sólo de la cara un ojo
el triunfo le ha costado.
Silver “El Largo” sin loro,
Éboli de verde y oro,
Moshé Dayan con patillas,
la Villota de los toros,
“Ojo Loco” sin varilla,
la del pirata cojo
con pata de palo,
con parche en ojo,
con cara de malo,
ahí tenemos a Padilla,
macho, dramático y feo,
disfrutando su trofeo,
reventando la taquilla
al frente de su cuadrilla
liada la cinturilla
al capote de paseo.
Hasta la prensa amarilla
lo somete al bombardeo
de los flashes. Feliz reo
de fotógrafo y plumilla,
es objeto de deseo
de manolas con mantilla
que en la feria de Sevilla
le guiñan un parpadeo.
“No te respondo, chiquilla,
que si guiño no te veo”.
Su bizarra catadura
con torera compostura
llena la fotografía
en la que Ochoa captura
con rigor que escalofría
el instante en que aquel día,
cualquier tarde de Miuras,
consagrado ya en figura
por montera se ponía
preñado de torería
sus miedos todos, sus dudas.
World Press Photo premiaría
porque sí, por cojonuda,
lo que parece pintura
que Picasso firmaría.
Mas allá en la Cataluña
de cateta progresía
nostálgico algún usía
coge el lápiz y censura
en melindre tropelía
como siempre la cultura
(Vale, vale, que es tortura;
por la foto lo decía).
Pero, amigos, qué chapuza
de censor, quién lo diría.
Censor es de estrecha vía
que ha metido la pezuña
con su mojigatería.
Porque es ya cosa segura
que esa su estulta tontura
resultado ha en apología
y que jamás la negrura
malpensada que censura
reporto tanta alegría
de una foto a su autoría.
De Sabadell hasta Honduras,
desde Australia hasta Almería
nunca una fotografía,
ni un torero si me apuran,
gozó de tal nombradía
¿Cuál es, noi, la España oscura?
Texto e ilustración: Agustín Casado
1 comentario:
Con tal de ser nación y llamar la atención son antiespañoles, antitaurinos y lo que les haga falta
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