miércoles, 23 de mayo de 2012

El surco


Soñó un árbol. Un árbol menudo, con sólo cuatro ramas, pero que le proporcionaba suficiente sombra. Cuando despertó, vendió cada una de aquellas ramas, y, al caer la noche, los compradores soñaron que las ramas crecían, daban frutos, y al llegar la mañana los pusieron en venta. Y así, mañana tras mañana, venta tras venta, ocaso tras ocaso, sueño tras sueño, el árbol se pobló de pájaros, cordilleras, lagos, mares… Hasta que un día, cuando comenzó a tambalearse incapaz de sostenerse por más tiempo a sí mismo, sólo un instante antes de que se desplomase sobre el horizonte, deletéreo como metralla, al mirar hacia la tierra, recordaron que jamás llegaron a abrir el surco en el que debería haberse albergado la semilla. Y la pesadilla ya nunca tuvo fin.

2 comentarios:

Calma en días de tormenta (Darilea) dijo...

Es que no se puede vivir eternamente de sueños, cuando menos lo esperan te apremian las pesadillas.
Besitos Rafa

Anónimo dijo...

metáfora de la clase política o el quinto poder