A cualquiera que no profundizase más allá de sus epidermis, podría parecerle que pocas cosas puede haber tan inútiles en esta vida como la filosofía o la poesía. Pero si en algo se distingue el ser humano de los animales es en su continuo afán por desentrañar los porqués y para qués de la vida, de su vida -¿y a qué otra cosa sino a esta continua búsqueda se dedican en esencia filósofos y poetas? En este sentido, podría afirmarse que todo ser humano, al nacer, ya llevá en sí el germen de esa inquietud que mueve a filósofos y poetas hacia ninguna parte. Después, con el transcurrir del tiempo -esa absurda y dolorosa falacia que nos ciega-, hay quienes, con mayor o menor fortuna, aplican en esa búsqueda métodos y herramientas propios de la poesía y la filosofía. Son los denominados poetas y filósofos. Pero tanto unos como otros, más que hacerse, nacen. Las únicas facetas por las que se diferencian del resto de los seres humanos en cuanto a las incertidumbres que les confieren esa condición son el método, la forma y, tal vez, el mayor tiempo que dedican, así como la intensidad con la que lo hacen, a ese preguntarse por lo que no tiene respuesta. En cualquier caso, si usted forma parte de aquellos que aplican esos métodos, y en alguna ocasión le preguntan si se siente más poeta que filósofo o viceversa, para no equivocarse y ser justo, debería responder que tan sólo se siente ser humano. Porque, a poco que profundice en sus epidermis, comprenderá que pocas cosas hay tan inútiles en esta vida como la filosofía o la poesía, como la propia vida.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
1 comentario:
El hecho de vivir ya es una aventura, después viene el por qué y para qué.
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