José María, a sus sesenta y cinco años, se ha jubilado de su trabajo de vigilante jurado y le ha quedado una misérrima pensión. Pero en su juventud fue un afamado cantautor. Incluso, de vez en cuando se reeditan sus éxitos para solaz de los “puretas del Caribe” que, como él, se han hecho mayores por fuera aunque siguen rebeldes para sus adentros.
Los ingresos de la propiedad intelectual le vienen muy bien para completar su paga mensual. Pero en los últimos años fueron menguando alarmantemente.
Y qué indignado se ponía José María con los representantes del llamado “partido pirata” internauta. Esos que, según él, en nombre de la libertad montaban pingues negocios en INTERNET, donde se reproducía y se podía capturar gratuitamente la música que creó en sus años mozos. Y cómo lamentaba que la Red de Redes se hubiera convertido en un territorio salvaje, donde todo estaba permitido. Y los Gobiernos mirando hacia otro lado durante demasiado tiempo. Y es que lo que le interesaba –en esa coyuntura- a la emergente y potente industria tecnológica de las telecomunicaciones era vender conexiones y publicidad, aparatos y aplicaciones, y lo que circulara por la Red les daba igual. Pero, después de la caída de MEGAUMPLOAD le parece a José María que todo puede ir cambiando. Y es que las operadoras tecnológicas han visto una nueva veta de negocios en la venta por INTERNET del trabajo de literatos, músicos o pintores. Y unas golosas comisiones por su intermediación que, en sus consejos de administración, les hacen perder el equilibrio de tanta risa monetaria.
Los ingresos de la propiedad intelectual le vienen muy bien para completar su paga mensual. Pero en los últimos años fueron menguando alarmantemente.
Y qué indignado se ponía José María con los representantes del llamado “partido pirata” internauta. Esos que, según él, en nombre de la libertad montaban pingues negocios en INTERNET, donde se reproducía y se podía capturar gratuitamente la música que creó en sus años mozos. Y cómo lamentaba que la Red de Redes se hubiera convertido en un territorio salvaje, donde todo estaba permitido. Y los Gobiernos mirando hacia otro lado durante demasiado tiempo. Y es que lo que le interesaba –en esa coyuntura- a la emergente y potente industria tecnológica de las telecomunicaciones era vender conexiones y publicidad, aparatos y aplicaciones, y lo que circulara por la Red les daba igual. Pero, después de la caída de MEGAUMPLOAD le parece a José María que todo puede ir cambiando. Y es que las operadoras tecnológicas han visto una nueva veta de negocios en la venta por INTERNET del trabajo de literatos, músicos o pintores. Y unas golosas comisiones por su intermediación que, en sus consejos de administración, les hacen perder el equilibrio de tanta risa monetaria.
© Carlos Parejo Delgado
No hay comentarios:
Publicar un comentario