lunes, 11 de agosto de 2008

Nocturno estigio


Deseos decapitados sangran llanto:
Ala hecha vena en la piel del insomnio.
A solas con su sino cada noche
Se inmolan las estrellas sobre un lecho
De arenas abatidas y fugaces
Que a un flujo de aguas negras, en silencio,
Se adhieren quedamente sin descanso.
La vida, qué es la vida aquí en los páramos,
Aquí donde verdades y mentiras
Por siempre se hacen cómplices, aquí
Donde el gélido aliento de lo oscuro
Calcina como acero al desolado,
Haciendo el mar jirones ya sin tiempo.
Las olas. Oh, las olas como fauces
Que al mártir de la sed y el desconsuelo
En vértigo y deriva van meciendo
Sobre algas diminutas y sucísimas,
Y espuma moribunda y putrefacta
Haciendo de sus aguas mal eterno.
(Debajo de la lengua, los metales,
Ululan como espadas sin mordiente,
Clavándose con saña en los aullidos
De lobos como vírgenes en celo).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo de las algas sucísimas, me ha recordado estos días en los que en varias ocasiones me envolvieron en algas traídas de Francia, que olían asquerosas, eso sí, te dejan una piel suavísima...
Preciosas letras Rafa, y siempre el deseo y la nostalgía rezumando de ellas...
Besos guapo...

Anónimo dijo...

Ayer lo leí y me parecio terrible (no por malo, ojo). Es ese tipo de poemas que escaldan, pero hoy lo leo y me ha gustado una barbaridad y mira que ando de buen humor...

Será que ando sin las gafas y lo medio veo? :))))

Besossssssss, y un cariñito al animo, venga.