lunes, 12 de noviembre de 2007

El dolor de seguir presente


Si fuese un dios inmortal

Yo te otorgaría el don

De la existencia infinita;

Y una vez hecho el prodigio

Arrancaría a bocados

La eternidad de mi vida,

Para impedir que tuvieras

Que soportar para siempre

Mi omnipresencia maldita.


Pero los dioses no existen

Habitando el más allá

Como augurio de otra vida;

Y a mi esencia de mortal,

Le es imposible evitar

Condenarte día a día,

Al dolor de mi presencia,

Ni a ver tu ausencia brotar

Cual veneno en mis heridas.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Con su ausencia y tu presencia
nos regalas el volar
entre palabras heridas...

Sigo volando.
U beso.

Anónimo dijo...

¡Qué me gusta pasar por aquí y reflexionar un rato sobre lo que rumias, lo que sientes, lo que vives...!
UN ABRAZO

Anónimo dijo...

Jamás pensaría que tu presencia es tortura, son musica tus letras y melodía tus expresiones. Hasta en ellas duele el dolor que sientes y atormenta tu alma.

Besos y más besos.

Anónimo dijo...

Primer párrafo la esperanza y el segundo la desesperanza. Así es la vida.

Anónimo dijo...

Por eso tú no puedes ser un Dios. Porque los dioses no componen versos y los poetas sólo son eternos en sus palabras.
Vino y besos.

Anónimo dijo...

Gracias, viento, tus palabras, ya lo sabes, también son un regalo para mi.

Pues me alegra que te guste, amigo Paco.

Bueno, Dashi, gracias, aunque creo que, a veces, somos tortura sin quererlo y aun tratando de evitarlo, por que la tortura es algo externo a nosotros, algo que surgió y se nos escapa.

Así es, Victoria.

Gracías Kai, es cierto, las palabras en ocasiones pueden perdurar largo tiempo, aunque eterno, lo que se dice eterno, amigo, nada de nada.

Abrazos.