jueves, 8 de noviembre de 2007

Breve tratado de psicología doméstica. Epílogo: Angustia.


Errabundo en las sombras me confundo

Y en mi espalda, rotunda, se derrumba

La infecunda penumbra de mi mundo.


Y una voz verecunda de ultratumba

Entona sin piedad un salmo inmundo

Que me abisma en la oscura catacumba

Donde aguarda un fantasma que, iracundo,

Moribundo y sin rumbo en negra tumba,

Ansía enterrar mi cadáver.


------------------------------------------ Dando

Tumbos y tumbos me alejo tratando

De escapar de sus fauces;


----------------------------------------- pero el son

Que desprende mi pánico, descubre

Mi último efugio, e inerte se cubre

De estéril ceniza mi corazón.



Fotografía: Rita Bernstein.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

es un poema muy sonoro...

Anónimo dijo...

La angustia es uno de los peores sentimientos que podemos tener. Te agarra entre sus manos quitándote el aire, la vida.

No la quiero cerca de tí, Rafa.

Un beso.

Anónimo dijo...

Está vomitando?? uff, qué asquito, si es que la angustia se somatiza tanto! :P, un abrazo

Anónimo dijo...

Sí, larrey, es uno de los efectos buscados, ese "son son" continuo y más bien monótono, angustioso en suma.

Gracias, Malena, trato de alejarla, pero no sabes como se me agarra la puñetera.

No, leuma, está vomitándose.

Abrazos.

Anónimo dijo...

Tropecé con la primera cacofonía agradable aunque agónica. Angústia, deja que se vaya!

Un beso... y muchas gracias por el poema!!!