Entre la circunvalación SE 30 y las barriadas de emigrantes extranjeros, los vecinos del Polígono Norte –que va a cumplir medio siglo de vida- no nos sentimos muy contentos de la imagen que damos. Salimos a bombo y platillo en la sección de sucesos de los medios de comunicación con relativa frecuencia, como el polígono de nuestras antípodas sevillanas. En los orígenes, nuestro laberinto de feos bloques de pisos de gran altura -de líneas que alternan tonos oscuros y blancos-, acogió en su momento a familias muy humildes y escasísimos recursos. Somos el noveno barrio más pobre de España, según una Encuesta. Pero aquí no hay sólo tironeros y clanes familiares que venden drogas y se queman los coches por venganza. Se toma la parte chunga por el todo. Por debajo de los soportales y en las aceras de nuestras 3 avenidas, 22 calles y 4 plazas, vive gente honrada. Y son buena parte de nuestros cinco mil habitantes.
Bien es verdad que aumenta la sensación de ser un barrio marginal el que tengamos unos locales comerciales bastante estropeados, donde sólo queda una farmacia, muchos bares y unas pocas tiendas que suministran lo más básico y necesario como pan, carne y pescado. Encima, hay agujeros por todas partes y la suciedad es palpable, así como la presencia de ratas y cucarachas. La abundancia de graffitis de cualquier tipo aumenta la sensación visual deterioro y abandono.
No obstante, junto a lugares peligrosos hay calles donde vive gente humilde, pero voluntariosa y solidaria. Gente unida en un movimiento asociativo que quiere cambiar la imagen del barrio. De modo que aquí no se otorgan Premios Nobel, sino Premios a la Convivencia y la Tolerancia de los vecinos más significados en esta labor. Entre ellos, la Asociación “Mujeres solidarias del Polígono Norte” (año 2011). Desde nuestro local, aunque no estamos en el África subsahariana (aunque a veces lo parece), recabamos alimentos para más de setecientas personas necesitadas, con las que también realizamos sendas campañas de entrega de mantecados y juguetes en Navidad, para que algunos no estén amargados en estas fiestas entrañables. 0 cuando surge, les entregamos ropa y muebles que nos donan particulares e instituciones solidarias desde el mismísimo Ateneo a otras ONGs y los Sindicatos y Partidos Políticos.
Hace años montamos un mercadillo en el Centro de Adultos donde se comercializaron ropas, juguetes, libros, música, zapatos, etc. entre los estudiantes del centro. La única moneda de compras fue el billete de moneda de papel en forma de una paloma, símbolo de la paz y la no violencia.
(¢) Carlos Parejo Delgado
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